Déficit de Atención con y sin Hiperactividad: Más Allá de los Estereotipos

Déficit de Atención con y sin Hiperactividad: Más Allá de los Estereotipos

Durante los últimos años, especialmente después de la pandemia, los términos “déficit de atención” y “déficit de atención con hiperactividad (TDAH)” se han vuelto cada vez más comunes. Muchas personas adultas comienzan a sospechar que podrían tener esta condición, mientras que padres y docentes reconocen en niños comportamientos antes considerados como simples muestras de inquietud o alta inteligencia.

Cuando la energía no se apaga y la mente parece ir más rápido que el mundo, no siempre es falta de atención… a veces es una forma diferente de procesarlo todo

Durante los últimos años, especialmente después de la pandemia, los términos “déficit de atención” y “déficit de atención con hiperactividad (TDAH)” se han vuelto cada vez más comunes. Muchas personas adultas comienzan a sospechar que podrían tener esta condición, mientras que padres y docentes reconocen en niños comportamientos antes considerados como simples muestras de inquietud o alta inteligencia.

Sin embargo, el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA/TDAH) es mucho más que una distracción pasajera o un exceso de energía. Es un trastorno del neurodesarrollo con implicaciones genéticas y emocionales que puede afectar la atención, la organización, el control de impulsos y la forma en que las personas procesan el entorno.

¿Qué diferencia hay entre el déficit de atención y la hiperactividad?

Aunque suelen mencionarse juntos, no todas las personas con déficit de atención presentan hiperactividad.

  • En el déficit de atención sin hiperactividad, predominan los problemas de concentración, olvidos frecuentes y dificultad para organizar tareas o mantener el enfoque.
  • En el déficit de atención con hiperactividad, además de estos síntomas, hay una necesidad constante de moverse, hablar, actuar impulsivamente o interrumpir a los demás.

Ambos comparten un mismo origen neurobiológico, pero su manifestación varía según la persona.

Factores genéticos y ambientales

Los estudios muestran una fuerte influencia genética. Si existen antecedentes de ansiedad o hiperactividad en la familia —padres, hermanos o abuelos—, la probabilidad de heredar la condición aumenta. Además, ciertos factores ambientales o de desarrollo pueden agravar los síntomas, como el estrés prolongado, una crianza poco estructurada o la falta de diagnóstico temprano.

Síntomas más comunes

Entre los síntomas más frecuentes en niños y adultos encontramos:

  • Dificultad para concentrarse o finalizar tareas.
  • Tendencia a olvidar objetos o actividades cotidianas (llaves, citas, trabajos).
  • Desorganización y mala gestión del tiempo.
  • Impulsividad: hablar sin pensar o interrumpir constantemente.
  • Necesidad de movimiento constante o dificultad para permanecer sentado.
  • Cambios rápidos de interés y motivación.
  • Problemas para seguir rutinas o normas establecidas.

Estas conductas no siempre se deben a falta de disciplina o interés; en muchos casos son el reflejo directo de cómo funciona su cerebro.

Impacto emocional y social

Las personas con TDAH suelen experimentar frustración, ansiedad y baja autoestima, especialmente cuando su entorno no comprende la condición. Pueden sentirse “diferentes”, ser etiquetados como distraídos o problemáticos, y tener dificultades en el colegio, el trabajo o las relaciones interpersonales.

Sin embargo, cuando reciben apoyo y tratamiento adecuado, estas mismas personas demuestran una gran resiliencia, sentido del humor, creatividad y energía inagotable. Son rápidos para resolver problemas, empáticos con los demás y capaces de sobresalir en entornos que valoran la innovación y el pensamiento no convencional.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico debe realizarlo un profesional de salud mental (psicólogo o psiquiatra) a partir de una evaluación clínica completa y la historia personal.
El tratamiento suele combinar:

  • Psicoterapia: ayuda a mejorar la organización, la gestión del tiempo, la impulsividad y la tolerancia a la frustración.
  • Medicación: en algunos casos, los estimulantes y otros fármacos prescritos por el psiquiatra pueden mejorar notablemente la concentración y el control conductual.
  • Estrategias naturales complementarias: hábitos saludables, ejercicio regular, técnicas de relajación y suplementos, siempre bajo supervisión médica.

El otro lado del TDAH: fortalezas que brillan

Aunque muchas veces se hable solo de las dificultades, el TDAH también puede venir acompañado de habilidades notables: pensamiento rápido, creatividad, adaptabilidad, empatía y una energía contagiosa. Estas cualidades, bien orientadas, pueden convertirse en verdaderas fortalezas personales y profesionales.

En resumen

Vivir con déficit de atención o hiperactividad no significa ser incapaz, sino funcionar de manera distinta. Comprender la condición, aceptarla y buscar acompañamiento profesional son pasos clave para transformar el desafío en una oportunidad de crecimiento.

Si sientes que tú o alguien cercano podría presentar estos síntomas, no lo ignores. Consultar con un especialista puede marcar una gran diferencia en tu bienestar y calidad de vida.

✨ Reflexión final

El TDAH no define quién eres, pero entenderlo puede ayudarte a descubrir tu mejor versión.

Si quieres profundizar sobre este tema puedes escuchar este episodio de Mente Real